La preparación física de este joven piloto de sólo 23 años siempre ha dejado mucho que desear. Lleva la gasolina en las venas y está acostumbrado a correr y ganar, pero detesta entrenarse y llevar una dieta equilibrada. Cuentan los que mejor le conocen que es capaz de tirarse doce o catorce horas sin comer y, cuando le entra apetito, saciarlo con unas chocolatinas con las que se da por satisfecho.
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